Pedacitos de Mi Vida
Que todo lo bueno te siga, te encuentre, te abrace y se quede contigo, el resto, que pase de largo.
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No es fácil cuando se está formando una familia, continuar con una pasión. La mía era la creatividad, me ilusionaban todos los cursos relacionados con las artes manuales.
Aunque era un poco complicado, tuve la fortuna de tener un marido muy adelantado para la época, creía en la capacidad de las mujeres para realizar cualquier actividad y siempre me apoyaba en todas mis inquietudes. Tanto compraba libros especializados en la materia, como me ayudaba a matricularme en todos los cursos que yo creyera convenientes para mi formación.
Como les digo era complicado porque tuve familia numerosa, doce hijos, afortunadamente para mí, pude tener la ayuda de muchas personas en mi casa.
Desde que llegué a Bogotá, en el año 1955, empecé a buscar centros de formación, me matricule en el Colegio Mayor de Cultura de Cundinamarca (en la actualidad, Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca Unicolmayor), que contaba con un módulo de Artes Manuales. Los cursos de Escultura en Porcelana Fría, Estampado Textil, Muñequería Mixta, Pintura en Tela, Taller Creativo Integral, Taracea, Culinaria, Pintura sobre Cristal, Aplicación de Pan de Oro, y la elaboración de tartas fueron mi ocupación en los siguientes años. También me gustaba asistir a todos los seminarios de decoración, de protocolo social y gran variedad de temas, que impartían en diferentes empresas y entidades oficiales.
Cada vez que hacía un curso sentía que mi imaginación iba creciendo. Estaba totalmente feliz de poder llevar a cabo mis inquietudes artísticas y enriquecer mi mente con nuevos y extraordinarios conocimientos.
Tanto mi idea, como la de mi marido, era que yo pudiera sentirme realizada como persona y que tuviera una manera de olvidar las preocupaciones diarias con mis hijos, así lográbamos nuestro equilibrio en la unidad familiar.
Nunca, ni por asomo, imaginábamos que en el futuro iba a depender de estos estudios para mantenerlos. Como saben, la vida da muchas vueltas y se llego el momento en que me quedé viuda. Sacar fuerzas de la nada es y siempre será un don que la naturaleza otorga a las madres. El saberse sola y responsable de la unidad familiar, hizo que mi mente se transformara y empezara a pensar cómo aprovechar todos esos conocimientos que había adquirido y comencé a elaborar tartas para diferentes eventos. Como emprendedora cree un negocio de compra y reparto de frutas y verduras, esto fue en el año 1975, cuando todavía no existía internet. Estuve trabajando como profesora de artes plásticas en el Colegio de La Pureza de Bogotá. Desde este momento, a finales de los años setenta, la vida me brindo una gran oportunidad, la posibilidad de seguir mi vida en España, Tenerife, en las benditas Islas Canarias, pero esa es otra historia…